El gobernador Gerardo Morales volvió ayer a los informes televisivos del COE. Con la misma estructura comunicacional que utilizó durante el año pasado, despertó los temores de una nueva cuarentena estricta.
Si bien todavía no se registró un aumento considerable de casos de Covid-19 en nuestra provincia, la reaparición del gobernador encabezando la transmisión del COE (y la presencia de viejos conocidos como el doctor Gutiérrez), retrotrajo a muchos hacia lo peor de la pandemia. Volvieron a la mente los tres meses de encierro cuando aún no había ni siquiera un caso; el vuelo del helicóptero para controlar que todos se quedaran en casa; el peligro del “bicho que nos dispara con bazooka”; la explosión de casos en miembros de la Policía (producto de un viaje al norte de la provincia junto a la comitiva del mismo Gobernador); el hospital de campaña en la Ciudad Cultural; los miles de negocios cerrados por no ser esenciales; los permisos para circular; el año entero sin clases presenciales; etc.
Quizás sabiendo lo que podría generar su presencia, Morales inició la transmisión con un vieja prerrogativa de los políticos en cargos de gestión que es tratar de dar siempre buenas noticias. Así anunció la construcción de un nuevo hospital para Libertador Gral. San Martín, las refacciones en el hospital Oscar Orías y un nuevo quirófano y terapia intensiva para el hospital Arturo Zabala de Perico.
Fue después de estas “buenas noticias” cuando se refirió a lo que todos estábamos esperando: se iniciarán nuevas medidas restrictivas a nivel nacional. Se buscará desalentar viajes al exterior (por ejemplo ya no habrá viajes de repatriación) y la llegada de turismo internacional, se restringirán los pasos internacionales y se realizará un “minucioso seguimiento” de quienes ingresan al país.
Luego se mostraron gráficos estadísticos refiriendo el aumento de casos producto de las fiestas de fin de año y de carnaval y aquí todo se convirtió en un déjà vu de los informes del COE del año pasado. El fantasma de un nuevo encierro empezó a rondar, sobre todo luego de la intervención del ministro de seguridad, quien aseguró que las fuerzas de seguridad realizarán “un estricto control para evitar reuniones masivas y en domicilios” y así hacer respetar el distanciamiento social.
Tras casi un año encerrados, sin permiso para salir o dependiendo del número de DNI, con niños perdiendo totalmente el año lectivo y toda forma de sociabilización (pese a que son el grupo con posibilidades casi inexistentes de sufrir complicaciones por la enfermedad), con millones de puestos de trabajo perdidos, empresas fundidas o endeudadas, con una cantidad ínfima de vacunados respecto a lo que se apuntaba para esta altura del año, ¿es posible pensar en una nueva cuarentena estricta? ¿pueden las empresas, pymes, comercios y la enorme cantidad de empleados y trabajadores en situación irregular (o directamente en negro) soportar una nueva Fase 1? ¿estamos psicológicamente aptos para volver al temor constante, mirando de reojo a los demás si se nos acercan demasiado o temiendo que cualquiera que no use bien el barbijo es un posible asesino de nuestros padres o abuelos?
Quizás la mejor noticia de todo el informe (que duró casi una hora) se dio en una intervención espontánea del gobernador que duró apenas unos segundos: fue cuando solicitó a los intendentes de toda la provincia que no cierren las escuelas, ya que los protocolos por posibles contagios están establecidos y que la educación y salud mental de nuestros niños es algo primordial, algo que Morales viene remarcando desde antes del inicio de las clases. Esta es una pequeña luz que indica que por lo menos se intentará que las escuelas se mantengan abiertas, sobre todo al ver los gráficos que no mostraron aumento de contagios luego de un mes de clases. Eso si, es una lástima que las clases no volvieran antes y también que en estos meses de pocos casos en Jujuy se haya establecido que los niños y jóvenes concurran día de por medio a las aulas. Se podría haber aprovechado para un retorno normal a las escuelas, por lo menos hasta que los contagios empezaran a subir nuevamente, aunque esta ya es otra discusión.
Nadie niega que el covid llegó para quedarse y esto lo demuestra la cantidad de personas en todo el mundo que se contagiaron por segunda vez o que aún estando vacunados se enfermaron, pero, luego de un año, también sabemos la bajísima letalidad en general que tiene la enfermedad en comparación con los efectos desastrosos que tuvo la epidemia en las economías mundiales y sobre todo en un país tan endeble como el nuestro.
El temor a la enfermedad no es el mismo del año pasado. Se supone que ya hubo tiempo suficiente para preparar los sistemas de salud y evitar los colapsos. La inflación no da respiro y la economía no da señales de mejorar. Es por esto que una nueva cuarentena se ve muy complicada de ser respetada, aún bajo la amenaza de sanciones o multas.